Debemos sentirnos orgullosos de vivir en América Latina, lugar donde las flores colorean el paisaje y las calles están llenas de risas causadas por el jolgorio cotidiano.
Nuestra gente es la muestra de tenacidad, apoyo y esperanza, actitudes que transformaron la historia y nos colocaron en un estado de libertad y equilibrio. El devenir de nuestras naciones se han ido desviando a distintos panoramas, pero en esencia seguimos siendo los mismos, así que es momento de volver a unir fuerzas para sanar las heridas que aún están abiertas.
Desde la época de la conquista, los diferentes países de Latinoamérica han estado luchando por su bienestar. Fuimos víctimas de abusos y opresiones. Se derramó sangre de nuestras familias debido a la avaricia y el engaño.
Aún con todo el dolor nos sobrepusimos a la adversidad. Años más tarde, cuando alcanzamos nuestra independencia, nos enfrentamos al problema de ordenar el alboroto que dejó el hombre extranjero en nuestras tierras.