La familia. Es muy común que todas las personas opinen, valoren y digan algo sobre lo que significa o les significa esta palabra, sobre todo en sus vidas personales, pues más allá de una expresión de parentesco consanguíneo es el primer entorno social de las y los seres humanos.
Sin embargo, en el ámbito académico ha sido un tema que, dentro de las Ciencias Sociales y Humanidades, ha quedado históricamente abordado en un paradigma sistémico, estructural y funcionalista, el cual concibe a la familia como una institución fundamental de la sociedad con funciones concretas que hay que estudiar. Dentro de esas funciones concretas y gracias a que cada vez hay más investigaciones feministas que estudian a las familias, se puede evidenciar la visión hegemónica de una heteronormatividad plasmada en roles de género preestablecidos, y con base en estos la determinación de tareas y actividades domésticas que históricamente han sido designadas por una visión de mundo tradicional, cuyo enfoque es la perspectiva binaria, o la dualidad, como esquema de percepción dominante para entender la vida, al mundo y a nosotros como especie.
La mujer y el hombre, (el mito fundante de Adán y Eva) la caza y el cultivo, Dios y Luzbel, sol y luna, blanco y negro, azul y rosa, la casa y el trabajo, en fin, podríamos enlistar una serie de juegos binarios dialecticos en los cuales se construye no solo el sentido común y significados de varias cosas así como procesos que actualmente siguen determinando la vida social de las personas, sino también, a lo largo de varios siglos, estas dialécticas binarias se han erigido como la única posibilidad de entender y dilucidar en el clasismo de la teoría social, el hecho social, o en los enfoques contemporáneos más aventurados, entender las situaciones o fenómenos sociales.
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